Los plaguicidas químicos están cayendo en desgracia entre los consumidores y los reguladores. Nunca ha sido tan clara la necesidad de mantener la salud de las plantas y los cultivos de una manera sostenible y que mantenga el equilibrio del ecosistema agrícola.
Ahí es donde entra en juego el control biológico. El biocontrol, una solución natural, es una alternativa a los plaguicidas químicos que gana adeptos año tras año; se calcula que en 2025 el mercado tendrá un valor de 10.000 millones de dólares. Pero ¿qué es lo que impulsa este crecimiento y por qué deberían tomar nota las empresas orientadas a los sectores agrícola, alimentario y afines?
El biocontrol o control biológico utiliza organismos vivos o sustancias naturales para controlar plagas como insectos, malas hierbas y enfermedades. Los métodos de control biológico, definidos por la International Biocontrol Manufacturers Association (IBMA) como "recursos que proceden de la naturaleza o son idénticos a la naturaleza cuando se sintetizan”, “suelen tener un bajo impacto en la salud humana y el medio ambiente”.
Existen tres tipos principales de control biológico:
No cabe duda de que el sector agrícola está sometido a una presión cada vez mayor para aplicar prácticas sostenibles. El impacto de los plaguicidas químicos en la biodiversidad es un tema especialmente preocupante, ya que no siempre llegan a las especies diana y, en cambio, contaminan el aire, el agua o el suelo.
Esto puede amenazar a las especies en peligro de extinción, especialmente a los polinizadores, que desempeñan un papel vital en los ecosistemas que sustentan la vida humana. Un estudio de 2021 que examinó 380 plaguicidas estadounidenses entre 1992 y 2016 descubrió que, a pesar de que se había registrado una reducción del 40 % en la cantidad de plaguicidas utilizados, los niveles de toxicidad para los invertebrados habían aumentado. Para las abejas y otros polinizadores, el impacto tóxico se había duplicado en la última década.
Al cuestionarse la sostenibilidad de los plaguicidas, estos estudios contradicen la creencia de que su impacto ambiental se está reduciendo debido a la disminución de su uso, y señalan la necesidad de encontrar soluciones más ecológicas.
Otro factor que impulsa el control natural de las plagas es la creciente consciencia respecto a la salud de la población mundial. En 2021, el 75 % de los consumidores de todo el mundo intentaban comer de forma más saludable. Entre otras cosas, optaban mayoritariamente por alimentos naturales, como los productos ecológicos, y rechazaban los plaguicidas químicos, que dejan rastros en los seres humanos debido a su uso creciente en las últimas décadas.
Esta situación es especialmente destacada en Estados Unidos, donde se permite el uso de 70 plaguicidas químicos que están prohibidos en la UE. La investigación muestra que el porcentaje de estadounidenses con niveles detectables de glifosato en el cuerpo pasó del 12 % en la década de 1970 al 70 % en 2014. Otro estudio demuestra que el cambio a una dieta ecológica disminuye los niveles de glifosato en un 70 % en solo seis días.
Como resultado de los riesgos percibidos asociados a esta exposición, los consumidores exigen una mayor transparencia y mayores esfuerzos para reducir los pesticidas en nuestros alimentos. En el Reino Unido, por ejemplo, la Pesticide Action Network afirma que los minoristas no son transparentes sobre el uso de plaguicidas en las cadenas de suministro globales y no hacen lo suficiente para ayudar a los agricultores a adoptar un control de plagas que no sea químico. Esta demanda se ha agudizado con la COVID-19, ya que el 70 % de los consumidores están más atentos a las especificaciones "naturales", lo que supone una importante oportunidad para el control natural de las plagas.
Los plaguicidas químicos también están sometidos a una regulación cada vez más estricta. En 2018, la UE emitió una prohibición parcial sobre el uso de algunos plaguicidas comunes, que solo pueden utilizarse en casos de urgencia. También existe la preocupación de que, con el tiempo, algunas plagas se vuelvan resistentes a los productos químicos, lo que invalidaría su uso en el futuro. Estos factores combinados cuestionan la viabilidad futura de los plaguicidas químicos y están impulsando el crecimiento de alternativas que garanticen un sector agrícola sostenible y rentable.
Para los agricultores, esto implica la necesidad de encontrar soluciones de futuro que ofrezcan flexibilidad en las cosechas y la capacidad de sustentar la vida. El control biológico presenta una alternativa más sostenible e igual de eficaz que los plaguicidas químicos tradicionales. Un estudio de The Farmer Scientist Network, por ejemplo, sugirió recientemente que las alternativas biológicas dan un rendimiento del trigo comparable al de los pesticidas químicos. Además, las soluciones de control biológico suelen ser menos costosas y más rápidas de desarrollar que los principios activos de protección de cultivos de base química, lo que significa que pueden resultar más rentables a largo plazo.
Los plaguicidas químicos han demostrado su eficacia durante muchas décadas, pero el control biológico tiene una historia igualmente larga en la preservación de la salud de las plantas: muchas de las técnicas utilizadas hoy en día surgieron en el siglo XIX. Y aunque podemos aprender mucho del pasado, lo más importante es garantizar una agricultura sostenible para el futuro.
El control biológico presenta una alternativa más saludable y sostenible que preserva la salud humana y vegetal a largo plazo. Por esta razón Bioibérica ofrece soluciones sostenibles para superar el estrés de las plantas, aumentar el rendimiento de los cultivos y mejorar los parámetros de calidad –incluidos los atrayentes biológicos formulados para minimizar el impacto de plagas como la mosca de la fruta.